Menos de aquello y más de lo otro

Siempre que puedo pongo un trozito de mis vísceras, una lágrima, unas gotas de sangre y un beso en todo lo que hago. Debido a esto y gracias a lo mismo, me muevo entre la multitud y sobrevivo. Exprimiendo mis propios limones...

Me gusta dar ese poquito, pero sobre todas las cosas, me gusta recibir otro tanto. Esta cantidad a la que ya no quisiera ajustar la medición hipócrita de los adjetivos y sin embargo me veo obligada, no es sino una furcia que cambia de precio y rezo cada noche ajustándose a la necesidad que este cuerpo imperfecto trata de enmendar cada día.
Esta es la forma bonita que se me ocurre de enmascarar el egoísmo que contienen mi complacencia e insatisfacción en este mundo.

Como un amigo me dijo en una ocasión "yo no madrugo para joder al prójimo" a lo que añadiría una comparativa, libre de ser interpretada: "al que madruga dios le ayuda".
Pues bien señores, yo no madrugo.
Y no lo hago en ninguno de los dos casos, no necesito a ese dios que no veo para que se responsabilice de la mierda que se siembra, que yo siembro; ni culpo, juzgo y castigo a todo ese prójimo que me rodea por la misma mierda que alimenta nuestro pandecadadía.

Pero hay cosas que veo, siento, hago y me hacen que me joden. No lo puedo evitar pero me tocan las narices (*1). Veo giros de tuerca, de dirección, de cuello al pasar y de espalda a lo que uno mismo provoca. No entiendo muchas cosas pero sé que mi naturaleza es cambiante y mis necesidades tan furcias como Magdalena, asi que procuro no juzgar.
Ciertamente agradezco la naturalidad y rechazo la hipocresía, pero no lo exigo, solo lo agradezco. Yo también puedo ser falsa e hipócrita, puedo, y aunque no lo consiga siempre, me aplico para procurar no serlo.

Últimamente me sorprendo mucho de la gente. Puede que en esto haya un equilibrio, pero yo no lo he encontrado por ninguna parte.
El mundo es asombrosamente complejo y groseramente simple, pero que le voy a hacer...yo prefiero apuntarme a la complejidad, esa que se balancea siempre entre varias opciones. Me gusta que el ritmo sea cambiante, no pertenezca a nadie, mute y núnca se adapte (p

ero hay que reconocer, que a veces me saca de los nervios!!!!).

Ojalá hubiera más pasiones, menos juicios rápidos y más comunicación multilateral...Más energía en las personas y cosas, más energía en mi, de esa que refuerza cada día mis ganas de no madrugar, de relajarme en la cama disfrutando del roze de mi piel con las sábanas, de cerrar los ojos y disfrutar los instantes en los que no sucede nada o de abrirlos y disfrutar de los que me rodean sin que me pongan impedimentos.

(*1) . Pelotas